miércoles, 5 de agosto de 2009

Luna llena... bu!


-Hay luna llena, maestro-. Le dijo la joven pelirroja a su viejo maestro cuando entró corriendo al comedor. El anciano se tomó su tiempo, salió al patio trasero, alzó la vista y admiró su luna en silencio. -Prepara el la fogata y el caldero... quizas esta noche logremos convocar a alguien- dijo el viejo aún mirando la luna redonda como un disco de plata. -O a algo-. Agregó por lo bajo su joven aprendíz.


El clima está raro afuera. El aire pesado junto con la humedad enrreda y amontona los cabellos de la gente que anda en la calle, y no hay ni una sola gota de viento o siquiera una tenue brisa... todo parece detenido excepto las nubes brillantes que se contornean al pasar cerca de la luna. Ah, y la luna, sí, la luna está preciosa. Completamente llena, redonda e ilumida, destellando misterio y hasta horror en esta noche extraña.

Las estrellas intentan discipar el misterio pero la luna llena siempre tuvo muchísimo poder, incluso cuando ni siquiera irradia su propia luz sino que es iluminada por el sol... tiene gran poder. Durante siglos y centurias se han llevado a cabo rituales, experimentos, danzas paganas, llamadas espirituales y centenares de transformaciones que tiene lugar entre la oscuridad de los árboles en la noche. Tanto poder por un astro tan peculiar que demuestra rareza tanto en su lado iluminado como en su lado oscuro.

Me detendré un momento a efectuar mis asuntos misteriosos y antiguos bajo la luna llena esta noche, un momento nada más e inmediatamente después volveré a la montaña embrujada de trabajos prácticos que tengo que entregar entre esta semana y la que viene ¬¬

El que quiera puede hacer un pequeño ritual bajo esta luna y este clima tan peculiar, un ritualcito para atraer la buena suerte y otro para alejar los malos espíritus que, tengan por seguro, van a rondar por la tierra esta noche.

-¿Cómo era el ritual de la buena suerte? -No estuviste estudiando ¿verdad?- Preguntó el anciano frunciendo el ceño y dejando a oscuras sus ojos celestes bajo las pobladas cejas blancas-. Éste no es cualquier ritual de la buena suerte, hay varios. El de hoy va a ser más fuerte y duradero que cualquiera que hagas en otro momento... el clima es la razón-. Su pupila sacó una libretita y un lápiz empezó a escribir todo lo que el viejo decía-. Para éste vamos a necesitar alguna piedra preciosa o semi-preciosa, que son más comunes pero igual sirven. Hay que usar agua fría y pura, un cuenco de madera o de cerámica blanca, una vela y unas hojas de laurel o eucaliptus. -Tengo todo listo. -Entonces alejémonos del fuego. Acá esta bien. Ahora, llena el cuenco con el agua y agregale las hojas de eucaliptus. Bien, ahora machacalas con suavidad dentro del agua para que su escencia se mezcle con el líquido; revolvé dos veces en contra de las agujas del reloj y tres en su dirección. Bien, bien. Pone la piedra dentro del cuenco y dejá que le dé la luz de la luna llena por tres minutos-. La noche sigió en silencio mientras la luz del sol pasando por la luna impregnó de su energía el agua, las hojas y la piedra-. Sacá la piedra y secala con un paño, despacio y delicadamente. -Listo, ¿ahora me la puedo colgar al cuello? -Sí, eso o mantenerla en tu bolsillo pero lo mejor es tenerla cerca del corazón. -¿Y el ritual contra los malos espíritus? -Este es más simple. Prendamos la vela, eso. Ahora quememos una de las hojas de eucaliptus y encima de lo que quede de ella hace una cruz con la cera de la vela... bien. -¿Esto queda acá? -Sí, podríamos hacerlo frente a la puerta de entrada también.
El anciano y su pupila tomaron los materiales y se dirigieron a efectuar el ritual una vez más.
La noche permaneció extraña y ni el viento ni el misterio desaparecieron, pero el viejo y la joven pelirroja pudieron dormir tranquilos.


Besos fríos desde Forks

(^^)

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